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COMBATIR O COLABORAR

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EDITORIAL

Por: Juan Miguel Jaramillo Metrio

Director

Redacción San Buenaventura Estéreo 95.4 F.M.                                 

Jueves, 03 de febrero, de 2025

10:00 a.m.

 

Los cazadores recolectores, fueron los primeros homínidos, que se pueden catalogar como humanos, entre toda la familia “Homo” de la que hacemos parte, por su estructura social.

Los cazadores recolectores, se desplazaban consumiendo los alimentos y cazando los animales, que se movían de acuerdo a sus ciclos de reproducción y las estaciones del año.

Los cazadores recolectores empezaron a domar las plantas y a poner raíces en los territorios, a cuidar sus tierras y sus cosechas. A esto se le llama revolución agrícola y es la base de toda la sociedad actual.

Cuando dos de estas familias, tribus, comunidades, se encontraban había solo dos maneras de sobrevivir, colaborar y confiar la una en la otra, o ir a la guerra. Si bien infinidad de veces entramos en guerras por todo tipo de cosas, los últimos cientos de años y en especial las últimas décadas han sido las menos bélicas de la historia humana, ya que la segunda guerra mundial y las armas nucleares que surgieron al final de esta han obligado a colaborar a los pueblos.

Sin embargo, esta supuesta “paz” con la que actualmente contamos como humanidad es frágil y esta llena de pequeñas guerras, guerras que ya rara vez tienen que ver con las armas, aunque las hay, sino que ya hay más guerras económicas, tecnológicas y/o jurídicas.

Las noticias que a diario pululan mostrando las iniciativas de presidentes imponiendo aranceles (Como el caso Donald Trump), o de juzgados prohibiendo y limitando productos (Caso Huawei en EEUU), o sencillamente mostrando como un país logra usar una nueva tecnología antes que los demás (China y 5G); son guerras silenciosas que van cambiando y transformando la percepción del orden global que tiene toda la humanidad y son muestras de esas guerras en las que no se disparan armas.

Todas estas guerras se acompañan, además, de discursos estrafalarios que buscan darles sentido a los resultados de esas guerras, y aumenta la xenofobia, el racismo, el nacionalismo, entre otros, que tiene mucho que ver con considerar al otro, a su tecnología, a su forma de vida, necesariamente "inferior" o “mala”. Con el afán de demostrar que es “mi tecnología", “mi forma de vida" y “mi pensar" el correcto en un mundo cada vez más cambiante.

Es claro que cazadores recolectores tenían que colaborar para sobrevivir, también que quienes hicieron la revolución agrícola colaboraron entre si por iguales motivos, y que, a pesar de milenios llenos de violencia y guerra, las sociedades, además de la guerra, colaboraban entre sí para subsistir.

Si bien la paz que nos rodea hiede, muchas veces, a manipulación y represión, en términos generales debe ser posible la colaboración, y debe serlo, porque la humanidad ya no solo enfrenta una competencia entre grupos, economías e ideas, sino que ya se trata de un cambio climático y una adaptación a las nuevas condiciones que plantea a nuestra forma de vida.

Es increíble, que aún con situaciones tan apremiantes, se este todavía como humanidad, debatiendo y señalando nuestras diferencias, discriminando, culpando, tratando de señalar a los demás y a sus banderas, cuando debemos colaborar y salvar la casa común.

Ya antes, con mucho menos, hemos logrado colaborar como especie, no podemos ser inferiores.

 

 

 

Paz, amor y chocolates.

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