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¿En qué país vive usted? Es una pregunta que suele aparecer en las discusiones que se forman en torno a la política y a la economía del país en el que estamos. Es curioso que unos y otros pueden utilizar la pregunta e inmediatamente esgrimir una perorata de argumentos para apoyar las ideas que defiende y desconocer las ajenas.

Más que intentar dar un concepto respecto a esas ideas ajenas de uno u otro nos interesa la pregunta. Y es que desde sus respectivas ideas la imagen que tienen del país, de los personajes y las situaciones que se dan parecen las adecuadas y son ideas contrarias, donde los juicios morales inmediatamente aparecen como si de una religión se tratara, es decir, la idea de país de uno es la antítesis de la idea del otro, y de inmediato una y otra reciben el apelativo, dependiendo del sujeto, de bueno y malo.

la idea de país de uno es la antítesis de la idea del otro, y de inmediato una y otra reciben el apelativo, dependiendo del sujeto, de bueno y malo.

Alberga esta pregunta una ironía, con escandalo evidencia la ignorancia de la persona con la que discutimos, nada más porque creemos como propia la verdad, una verdad indiscutible, solida, verdad que no cuestionamos y con la que más que convencer al otro buscamos ridiculizar su argumento, ridiculizar su idea de país porque es la mía la que tiene sentido y vale la pena. Es mi idea la buena y la del otro la mala.

Es importante analizar esta pregunta en un mundo globalizado porque nos permite identificar varios de los problemas que atraviesa el mundo y las personas cuando nos enfrentamos a la tecnología.

Para optimizar el uso de las redes sociales se diseñaron algoritmos que aprenden por si mismos de nuestros gustos, cuando damos nuestro “me gusta”, “me divierte”, “me encanta” o “me enoja”, el tiempo que nos quedamos viendo una publicación, los momentos del día en que uso las redes, estamos dándole al algoritmo indicaciones sobre lo que me interesa ver en las redes, le estamos dando información de que nos interesa para reaccionar y comentar, caemos en la idea de que estas reacciones tienen valor para las personas y para nosotros mismos, creemos que un gran número de reacciones y ser parte de ellas nos mantiene unidos a un grupo de personas que piensan como nosotros o todo lo contrario y el algoritmo me premia con más información sobre la que me interesa saber o con la que estoy de acuerdo. De vez en cuando nos lanza en la pantalla información con la que no estamos de acuerdo para que podamos morder el anzuelo y comentar demostrando a los demás que “Hemos leído” y por tanto tenemos argumentos para exponer frente a otros.

Esto en sí no suena mal, el problema es que el algoritmo trabaja igual con todos y a todos no nos gusta lo mismo, ni pensamos igual, esto hace que todos tengamos una mirada sesgada de la realidad, porque solo tenemos acceso a aquello con lo que estamos de acuerdo, a esa idea de país que yo defiendo cuando debato con alguien y, además, desconocemos por completo la visión e idea de ese alguien más. La información que consumimos está hecha a nuestra medida. ¿En qué país vive usted? Según sus redes sociales, en uno muy distinto al del otro, el que cada uno ha estado construyendo para sí y con el que cree tener la verdad absoluta.

Paz, amor y chocolates.