INFORME ESPECIAL
Por: John del Río
Redacción San Buenaventura Estéreo 95.4 FM
Viernes, 14 de julio, 2023
03:00 p.m.
Soñar, “camellar” y lograr, la creación o el mejoramiento de una nación, luego de la “partida de cobija” de otra de la que era parte, fue una decisión que no tuvo nada de salomónica, entre el Nuevo Reino de Granada (Colombia) y España, por allá a comienzos del siglo XIX.
Se debe recordar, que la Independencia del país Tricolor, amarillo azul y rojo, fue el “calvario” que señaló el final a la época de hegemonía de ese imperio europeo sobre la geografía suramericana, acompañado de luchas, problemas y sangre, entre casi un decenio, que comenzó, según algunos historiadores en 1810 y duró hasta 1819.
Entonces, guerrear la independencia es intentar huirle a un yugo el cual evita vivir.
Y, la libertad, en lo que le concierne, es el resultado de un acto único, que incide en los seres vivos, pero de forma especial en los humanos, de forma directa, en su persona, en su personalidad, en sus objetivos, y hasta en sus sueños…
Nada más oportuno, que traer a colación en esta conmemoración anual, que cada veinte de julio, sucede en este país andino, el tema de la película El Hoyo (The Platform) planteado por el director de cine español, ¡también!, Galder Gaztelu-Urrutia, en un remedo de “rescate” a la humanidad.
Y, es que más allá de otorgar la independencia, de compartir la libertad, o como lo sugiere el cineasta vasco, “la humanidad tendrá que afrontar el reparto justo de la riqueza”.
El elemento de la distopía en la cinta, teniendo en cuenta la etimología del término, da a entender porque es totalmente opuesta a la de utopía, que significa un sistema deseable, o la imaginación de una sociedad o lugar de connotaciones positivas para el hombre, es decir, por lo que quizás, luchó Colombia en 1810 contra España.
Por el contario, la distopía, evoca a lo malo, a un lugar negativo y en el CVA (Centro Vertical Administrativo), donde ocurre la película, es evidente como ciertos métodos de manejar una sociedad podrían derivar en sistemas injustos y crueles. Pero, todo esto puede ser una caricatura de algunas naciones donde en la actualidad se ejercen rigurosos controles estatales para garantizar una sociedad organizada, feliz y conforme, lo cual podría derivar en un régimen totalitario, que reprime al individuo y cercena sus libertades en función de un supuesto bienestar general. En la narración audiovisual esta distopía puede ser una clara demanda al socialismo, al capitalismo, al control estatal, al consumismo, a la dependencia tecnológica, a las trasnacionales, etcétera.
Lejos en la cronología, pero en la conceptualización también, en 1810 lo ideal era dejar un final abierto de la película, fue pertinente la invitación a la interpretación libre del fenómeno físico y mental de independencia, era simplemente lo adecuado para la lectura de la realidad actual, en resumen, es cierto grado de generosidad de un director. El final que Galder le da a la película no es el fin de un sermón, es un llamado de reflexión. El mensaje es el mensaje. Y punto. Y pese a los inteligentes pasajes del “Quijote”, traídos a colación en varias ocasiones, tampoco son el mensaje. El mensaje puede ser: no podemos cambiar a la sociedad, solo podemos cambiarnos a nosotros mismos. Por eso la metáfora de la niña, es el ser humano sin pervertir, el ser humano que sólo está lleno de virtudes.
Pero, después de ese 20 de julio, con seis batallas más, que significaron la Guerra de la Independencia, siendo la más importante la liderada por el general Francisco de Paula Santander, la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819, pudo haber transformado la relación entre la vida y la muerte de los insurrectos, porque el tema de la vida, era el verdadero “florero de Llorente”, como en El Hoyo, representado por la administración, que no se sabe quién es, pero es la que suministra el lujoso banquete cada día. Dios es vida, la vida es alimentarse, se supone que Dios envía comida cada día desde los cielos, desde arriba, desde el último piso, pero como dice Imoguiri (el personaje con el perro): la gente es codiciosa y no piensa en los demás, por eso cuando la plataforma alcanza los niveles inferiores, no queda nada para la gente allí.
Los niveles del CVA, son realmente la diferencia entre la vida y la muerte. Las personas que se encuentran en el nivel bajo no llegan a tener más que los platos vacíos, estarán muertos, de ánimos, de hambre, muertos en vida. Los de arriba, en cambio, agotan rápidamente la comida, pues son conscientes de que se trata de un lujo que deben aprovechar, pues al mes siguiente podrían ocupar una escala mucho más baja. La situación de inanición, saciada algunas veces por canibalismo, es el reflejo del individualismo. Es por esto por lo que, si logran sobrevivir al mes siguiente ocupan una mejor posición, no piensan en nadie más que en sí mismos, a pesar de saber que luego la suerte podría no estar de su lado.
Finalmente, la muerte es el momento en el que ingresan al CVA, pero la vida será lograr ascender al nivel 333, donde se encuentra la niña, la panna cotta reservada como trofeo, deja de ser la vida, el pasaporte a la libertad, la llave que conduce a Dios, el encuentro de la niña con Dios, es lo que realmente representa la vida.
Ese domingo de 1810, el mismísimo séptimo día, el día de hacer mercado por los del común, fue cuando los campesinos y comerciantes se reunieron en la plaza central de Santa Fe de Bogotá, así que los conspiradores que querían causarle problemas a la corona española, no fue más que la representación de los problemas del orden social representado en los niveles del CVA: Las personas se encuentran en una cárcel que tiene un sistema de niveles, donde los reclusos son asignados aleatoriamente cada mes. Aquí se podría afirmar que es una alegoría al sistema socialista, todos uniformados igual, durmiendo en celdas con las mismas características, con los enseres similares, es decir el mismo formato de espacio. Pero en contradicción a esto, se ve una película basada en la supervivencia humana y la distribución de la riqueza. La culpa de dicha distribución no está dada por una élite fija, como podría ser el gobierno o las clases altas. Aquí todas las posiciones son móviles, pues cualquier preso puede pasar de un nivel bajo a uno alto y viceversa. El problema está en que nadie raciona la comida, es decir falta solidaridad, que podría ser un método comunista que lo que intenta es vencer el sistema. Entonces con esta abundancia de comida, pero que nadie parece interesarse en administrarla, da lugar para hacer una alegoría orientada hacia la critica de la anarquía, que generan algunas personas en una situación de abundancia, la cual afecta a toda una comunidad. Obviamente la solidaridad no es el tema principal de la película, por el contrario es el poder, pero sí podría notarse un giro de los valores y la moral en el reconocimiento de una niña, que aunque por obvias razones en un sitio como ese, no debería existir una menor de edad, representa un símbolo de la realidad o de la ficción.
En otrora, quizás el telón se bajó con el nacimiento de la República de Colombia, en el film se termina el espectáculo con la parida de la esperanza, la cual está representada en alcanzar lo que hay en el nivel de arriba, alcanzar el piso 333, este símbolo es la no pérdida de la esperanza, la aparición de la niña intacta, significa que el sistema no está del todo corrompido, nuevamente una luz al final del túnel, un poco más de esperanza. Que el director señale el arriba, constantemente es la esperanza de la existencia de Dios y Dios es esperanza, en un mañana con comida, en que el “Quijote” siga con su elocuencia, en que el perro no deje de ladrar, en que una madre encuentre a su hija, real o inventada, en que el nuevo compañero de celda este menos putrefacto que el residente, esperanza en que la panna cotta llegue intacta y sea el mensaje, esperanza de que el capitalismo o el comunismo no deje en el fondo a los más necesitados morirse de hambre, esperanza de que el ser humano cambie, en pensamiento, obra y omisión. Finalmente la esperanza es la niña que simboliza una nueva generación, esperanza en los jóvenes que serán los únicos capaces de cambiar el sistema mirando cómo es la realidad en la que vivimos, esperanza en que finalmente, no solo Colombia, sino todas las naciones del mundo, celebren no solo la independencia, sino compulsoriamente la libertad.
¡Felicidades Colombia!