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INFORME ESPECIAL
Por: John del Río

Redacción San Buenaventura Estéreo 95.4 FM

Ser madre es un trabajo que trata sobre dar amor, compromiso, responsabilidad, entre otros, y que nunca se termina.

La maternidad empieza desde que en el estómago de una mamá comienza a vivir un nuevo residente, el feto, y va hasta los últimos días de esta mujer, porque generalmente en todos los instantes de la vida de una madre se dedicará a cuidar de su hijo, vigilar su desarrollo, cubrir sus necesidades, y procurar su crecimiento, todo esto, sin ir a una escuela, recibir clases o aprender de alguien que le enseñe la labor de ser madre.

La forma de ser de una mamá, influye a que los hijos tengan la oportunidad de tener identidad propia, lo cual “ES”, que una persona sepa y aprenda a ser independiente y diferente en la sociedad, pero consciente de que pertenece a una familia, comunidad, grupo social etc. Lo que “NO DEBE SER”, es lo que se espera de esa persona.

La responsabilidad que trae la maternidad es grande, porque educar a un niño en la primera infancia, es muy importante en su desarrollo, pues se fortalecen habilidades que los prepara para la vida adulta, afirma la Psicóloga del Centro de Familia de la Universidad Pontificia Bolivariana, Isabel Cristina Bernal Vélez.

Ser madre es un trabajo que trata sobre dar amor, compromiso, responsabilidad, entre otros, y que nunca se termina.

Y, de acuerdo con María del Tránsito Giraldo Usme, otra Psicóloga de esta institución, las madres también deben trabajar su identidad propia, profundizar en su ser, es decir, en su inteligencia, actos, etc. pues si se sienten satisfechas con ellas mismas, harán mucho mejor el trabajo de ser mamás..

“El joven para la marina, y la niña para París”

La frase anterior se refiere a un hecho real de la sociedad en todos los tiempos, que en Colombia es cada vez más común: el “madresolterismo”, referido a las madres que crían sus hijos sin el apoyo del padre.

Cada madre soltera es un mundo diferente, con sus propias vivencias, razones y resultados. No todas admiten su maternidad sin casarse, o sin el apoyo del padre de su hijo, algunas buscan la soledad, el aislamiento, ser anónimas en la sociedad, por temor o por pena, buscan el “bajo perfil” o el silencio. Lo que sí es evidente, es que son muchas mujeres con algo en común: el “madresolterismo”.

Aunque el gobierno colombiano no ofrece cifras científicas sobre el fenómeno, los hospitales afirman atender cada vez más mujeres con esta condición.

Por generaciones las madres solteras han sido víctimas de los chismes, los comentarios despectivos y hasta al pesar de la sociedad. Pero, han sido muy pocas las iniciativas para integrarlas a la sociedad, crear leyes para protegerlas y defender los derechos de su hijo.

La socióloga Ana Rico de Alonso en su libro “Madres solteras adolescentes”, sugiere que en Colombia hay cerca de 500.000 madres solteras, y el 60% menores de 20 años.

Con estas cifras, se deduce que el “madresolterismo” es real y no son solo unos pocos casos, es por diferentes motivos y tiene diversas opiniones por parte de la gente, que varían según donde viva la madre soltera que se está criticando.

En los sectores pobres el “madresolterismo” se ha aceptado como condición de hecho, pero en los más acomodados y ricos se considera como una vergüenza para el buen nombre de la familia. En el pasado, de acuerdo a algunas historias familiares, las madres solteras internaban sus hijos o los daban en adopción y ellas se recluían en conventos o se iban de monjas, pensando en “redimir su pecado”. Esta situación ya no es la misma hoy en día, ha cambiado, pero para algunas de las mujeres que viven esta situación, se sigue manifestando algún tipo de sufrimiento, señalamientos y hasta traumas, donde incluso puede afectar toda una familia.

Citando nuevamente a la socióloga Ana Rico, dice que, en Bogotá, Medellín y Cali, es decir, en las ciudades principales del País, 13 de cada mil mujeres entre los 12 y los 19 años de edad quedan en embarazo sin casarse, pero apenas solo ocho tienen el hijo y las otras cinco lo dan en adopción o abortan voluntaria o involuntariamente.

¿Libertad o ignorancia?

La ley en Colombia, hasta hace poco ignoraba tanto a la mamá soltera como a su hijo, se les negaba el derecho de familia. Pero esta situación de la madre empezó a considerarse desde otro punto de vista, la del hijo natural. En 1982, la legislatura acabó con las brechas entre los hijos legítimos y los ilegítimos.

Pero, las madres solteras, todavía no tienen muchas garantías ni son incluidas en los proyectos y programas de inclusión social como se debe, son atendidas por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en los programas de Protección al Menor Abandonado, que son usados generalmente por la clase baja, y la clase alta prefiere buscar otros servicios diferentes al ICBF, o se van del país. Aquí, hay que diferenciar los tipos de mujeres que quedan embarazadas fueras del matrimonio, las que han buscado el embarazo, donde su ideología quizás ha tenido influencia desde el feminismo, pero también, puede ser porque las mujeres son contratadas para trabajar y tienen más independencia económica.

En otro grupo se pueden clasificar las que quedan embarazadas porque fueron forzadas a tener sexo o porque no midieron las consecuencias y se descuidaron para planificar, entonces en vez de abortar o darlo en adopción quieren tener el hijo.

Entre las causas, “de todo como en botica”

El fenómeno en Colombia puede ser por varias razones:

  • Búsqueda de afecto de la mujer.
  • Postura machista de los hombres.
  • Inmadurez emocional de la mujer.
  • Frustraciones de la mujer.
  • Castigo o venganza de la mujer hacia su familia o la sociedad.
  • La promiscuidad.
  • Falta de educación sexual.
  • Afán de independencia.
  • Abuso sexual.
  • Búsqueda de compañía, entre otras.

Un poco de historia del “madresolterismo” en Bello…

El nombre de Rosalía Suárez, quizás no suene mucho, pero el de su hijo sí, Marco Fidel Suárez. Los que han estudiado sobre la vida de este famoso bellanita, han escrito que su madre era humilde, “sencilla y rústica”, nunca aprendió a leer ni a escribir, habitante de Hatoviejo hoy el municipio de Bello, iba a misa de cinco de la mañana diariamente y después se iba a la quebrada a lavar la ropa de los ricos.

Según dice una nieta de la señora Suárez, un joven de 18 años de clase alta, José María Barrientos, se enamoró de ella y tuvo relaciones íntimas con ella, por lo cual quedó embarazada, pero nunca le contó a este joven. Para suerte de Rosalía, el párroco de Hatoviejo, la apoyó y vigiló que Marco Fidel asistiera a la escuela. Al crecer la relación entre el hijo y el padre fueron cordiales, pero según los biógrafos del expresidente de Colombia, Marco Fidel no usó el apellido Barrientos, porque José María no quería molestar a su esposa, pero al morir su esposo, autorizó al hijo ilegitimo, usar el apellido de su padre, pero este, que había ganado un premio en esos días, le dijo que como su nombre era ya algo popular en el País, prefería no usarlo para no causar confusión, pero que agradecía la oferta, y que se firmaría Barrientos en las cartas y documentos de la familia.

Rosalía Suárez murió, no le tocó ver a su hijo como presidente de Colombia, y una carta de Marco Fidel que le escribió a un amigo decía:

“Se nos fue la adorable madrecita, mi bienhechora, mi compañera, mi amparo y mi ejemplo de unos de 81 años. Estaba consagrada desde hace 30 años a la piedad, al trabajo y al silencio. La amortajé con el hábito de San Francisco, la coloqué en su humilde ataúd y parecía una Santa».

Así pues, la sociedad colombiana y el Estado están en deuda con las madres solteras, de todas las geografías, razas, credos y condición socioeconómica. A estas mamás sin casarse no se les debe “cerrar las puertas en su nariz”, al contrario, hay que abrirles las oportunidades de educación, de trabajo, del pago justo y del desarrollo personal. Pero sobre todo, hay que abrirles “de par en par” las de la entrada, las habitaciones, del patio y hasta la del garaje, es decir todas, esas puertas y ventanas que abren al amor, al afecto y a la ternura, que constituyen la base de la maternidad.