Algunas novelas de amor llegaron a tener que prohibirlas por los suicidios que generaron en sus respectivas épocas y es que era incomprensible que una historia irreal provocara tal desilusión que sus lectores no encontraran más consuelo que morir. Un caso conocido sucedió en 1774, Wolfgang Goethe publicó “Las penas del joven Werther”, una novela que se convirtió en un gran éxito editorial pero que creó una gran polémica ya que su protagonista terminaba quitándose la vida al ser rechazado por su amada, ‘Lotte’. Varios casos de suicidios por amor a imitación de la obra llevaron a su prohibición en algunos países.
Tan importantes son las historias que nos contamos a nosotros mismos cada día y es que lo que somos es producto de la propia manera en que nos narramos todo el tiempo.
El ser humano desde siempre se ha hecho preguntas y ha generado diversas historias para dar respuestas. A veces la mejor respuesta que podíamos darnos a nosotros mismos estaba en la risa después de una historia ficticia o no, alrededor del fuego, así nacerían los héroes y villanos, los buenos y malos nombres que acompañan nuestro imaginario desde siempre, la literatura nos acompañó desde el primer momento. Así, el dragón alado que escupe fuego es la representación de las primeras palabras que probablemente aprendimos como especie, unos ruidos que servían para identificar al ave, al reptil o al fuego que nos amenazaba y que nos servía para alertar el peligro. Así mismo, el héroe era el individuo, en medio de todos, que vencía al dragón. Todas las historias son alegorías de una historia mucho más antigua que el mismo lenguaje. Todas las respuestas son respuestas que están más allá de nuestra capacidad de dar una respuesta.
Tan importantes son las historias que nos contamos a nosotros mismos cada día y es que lo que somos es producto de la propia manera en que nos narramos todo el tiempo.
La literatura cambia y transforma su tiempo, deslumbra y proyecta la imaginación, es interesante saber que el amor tiene el mismo efecto, rompe la barrera del tiempo y nos hace capaces de lo impensable. El amor y la literatura transforman la sociedad de la misma manera, de a uno por vez, con la misma intensidad, con el mismo inofensivo juego de las palabras y los atroces finales no predecibles.
El amor y la literatura transforman la sociedad de la misma manera, de a uno por vez, con la misma intensidad, con el mismo inofensivo juego de las palabras y los atroces finales no predecibles.
La tragedia se vuelve parte del amor y transforma al personaje principal. En esta transformación es difícil dimensionar el verdadero impacto que tiene un libro porque es con la perspectiva que el tiempo muestra al personaje la belleza que tiene la melancolía, la belleza que impide que el personaje mire con odio, rabia o rencor el pasado, sino que entiende que todo proceso es necesario para que sea quien es en este instante y lugar.
Como la novela de Goethe entonces, hoy somos victimas de las historias que nos contamos, somos lo que podemos narrar de nosotros mismos y lo que narran los demás sobre nosotros. Ojalá nuestra historia sea mucho más que imitar a un “joven Werther” y sea suficiente para que nuestro lector, nosotros mismos y los demás, estemos satisfechos de lo que hacemos y amamos en la vida.